Entendimos que así como las diversas rosas reunidas en las manos de Nuestra Madre del Tepeyac dejaron impresa su imagen como signo y mensaje contundente, así cada uno de los bautizados estamos llamados a reunir nuestros talentos, sin cambiar nuestro estado de vida ni misión personal, sino que trabajando en comunión, hagamos vida los valores y principios del Evangelio para formar la civilización tan deseada por María: "una "Casita sagrada", es decir, el Reino de Dios en cada corazón y extendido en nuestra patria y en el mundo.
El apostolado de "Comunicar la Verdad" nace como respuesta a la petición del Magisterio de la Iglesia: Ustedes, "en los más variados sectores del mundo" "son llamados personalmente por el Señor, de quien reciben una misión en favor de la Iglesia y del mundo" (Christifideles Laici 2 y 7) y que tiene su origen en la Palabra de Dios:
"En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Ustedes enviaron mensajeros a Juan el Bautista y él dio testimonio de la Verdad. No es que yo quiera apoyarme en el testimonio de un hombre.
Si digo esto, es para que ustedes se salven. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y ustedes quisieron alegrarse un instante con su luz.
Pero yo tengo un testimonio mejor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido realizar y que son las que Yo hago, dan testimonio de mí y me acreditan como enviado del Padre" (Jn. 5, 33-36).
